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Coronavirus: Preguntas, realidades y enseñanzas (Parte 1)

Autor: Gerardo González Núñez 

Cuando el coronavirus emergió en China muy pocos avizoraron que la enfermedad iba a constituir la mayor amenaza que la humanidad haya enfrentado en las últimas décadas en término de salubridad y económicos. La primera reacción fue de pánico y se expresó en la adopción de medidas improvisadas e individuales por cada país.

¿Por qué el pánico?. Porque el COVID – 19 es una enfermedad de tipo viral diferente a la gripe o a la influenza. Una de las características que se ha probado con certeza es que su período de incubación puede ser de hasta dos semanas (a diferencia de otros virus que su período de incubación es de 3 ó 5 días) y en el portador se pueden revelar síntomas ligeros que se confunden con una gripe normal, o incluso estar asintomático. En este escenario, un individuo que contenga el virus lo puede estar diseminando con total impunidad y ello unido al hecho de que, al ser una enfermedad novel, el cuerpo humano no tiene las defensas preparadas para combatirlo, es lo que explica que su nivel de propagación ha sido mucho más agresivo que otras enfermedades de tipo respiratoria. Las incertidumbres que existen sobre las características y modos de enfrentar con éxito la enfermedad también han abonado al pánico. Por ejemplo, no es concluyente que al llega el verano el virus muera o entre en un letargo; también se han identificado en China algunos casos de reinfección.

La estrategia universal para enfrentar la enfermedad ha sido campañas de promoción sobre la necesidad de una constante higiene personal y medidas de distanciamiento social, las cuales se han llevado a cabo a través de la cancelación de todo evento multitudinario, control de las fronteras estatales o regionales, cuarentenas territoriales y toques de queda, entre otras. Lo que se persigue es disminuir la tasa de contagio para evitar el colapso de los sistemas nacionales de salud y ganar tiempo para que aparezca una vacuna o se alcance un nivel de autoinmunización que termine controlando la enfermedad.

Entonces, ¿será efectiva esta estrategia?. Cuando disminuyan las tasas de contagio, ¿es seguro levantar las medidas de distanciamiento social?. ¿Cómo garantizar que los niveles de contagio no vuelvan a resurgir cuando se autorice el libre flujo de personas y las actividades de alta conglomeración poblacional?. Si se decide mantener las mismas medidas defensivas, ¿hasta cuándo sostener la cuarentena social?.

Para que la estrategia de distanciamiento social sea efectiva tiene que, además de la estricta disciplina de la ciudadanía, venir acompañada de un rastreo de las redes de contagio que se hayan producido a partir del contacto con los casos positivos detectados, tarea mayúscula porque requiere de una gestión meticulosa que envuelve recursos, personal y sistematicidad. No es imposible hacerlo, e incluso se pueden hacer rastreos preventivos. Traigo el ejemplo de Cuba donde en diversas provincias se han movilizado a estudiantes de medicina para que visiten cada casa diariamente a monitorear la salud de sus residentes. En caso de detectar casos sospechosos, reportan los mismos al policlínico del área, que entra en acción para aplicar el protocolo de aislamiento establecido.

¿Pudo haberse previsto el COVID -19?. A juzgar por las declaraciones de diversos médicos y epidemiólogos, la humanidad pudo haber anticipado esta pandemia. Los antecedentes de este virus estuvieron en el Severe Acute Respiratory Syndrome (SARS), que fue primeramente reportado en febrero de 2003 en Asia y que se expandió por más de dos docenas de países en América, Europa y el mismo continente asiático. Las investigaciones desarrolladas en torno al SARS determinaron que el patógeno era parte de la familia de los coronavirus y que había muchos otros similares alojados en algunos animales y que podían extenderse a los humanos.

¿Por qué no se alertó a la humanidad sobre esta realidad y no se creó una conciencia global de prevención que hubiera preparado a los sistemas de salud nacionales para enfrentar con más recursos, conocimientos y ecuanimidad esta pandemia?. Hubo indolencia en la comunidad científico-médica sobre el particular, pero sobre todo de la Organización Mundial de la Salud como institución responsable de desempeñar una función de liderazgo en los asuntos sanitarios mundial y de vigilancia de las tendencias sanitarias mundiales.

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